Recientemente, mientras veía el último capítulo de Juego de Tronos, me recordó a lo que Robert Greene habla en las 48 leyes del poder, o como Carnegie en Cómo ganar amigos e influir sobre las personas. Ahora, cuando pedimos ayuda, siempre recurrimos a la energía de los demás, especialmente a nuestros amigos y familiares. Pensamos que nos deberían ayudar porque nosotros les hemos ayudado anteriormente, o simplemente porque son cercanos a nosotros. Suena muy bonito, pero desafortunadamente, no siempre funciona, o bueno, vamos, la mayoría de las veces no obtienes la ayuda que necesitas. No se debe a que las personas sean malvadas y no quieran ayudarte, sino que están atrapadas naturalmente en sus propios deseos y necesidades.
La mayoría de las personas parten del supuesto de que las personas a las que apelan tienen un interés altruista en ayudarles. Toman como hecho que las necesidades de Isaac se van a encontrar con personas diversas que probablemente no les importe en absoluto. La idea aquí es que al pedir ayuda, apela al interés propio de las personas, no a su compasión o gratitud, porque incluso la persona más poderosa está atrapada en sus propias necesidades y, si no te diriges a su interés propio, simplemente te verá como alguien desesperado o, en el mejor de los casos, una pérdida de tiempo.
Cada persona con la que te relacionas es como otra cultura, una tierra extranjera con un pasado que no tiene nada que ver con el tuyo. Sin embargo, puedes pasar por alto las diferencias entre tú y él apelando a su interés propio. Y en Juego de Tronos, encuentras a este personaje usando constantemente esta estrategia para sobrevivir y salir victorioso de cada situación. Por ejemplo, en esta situación, él sabe que ella quiere matarlo, pero en lugar de pedirle que lo deje en paz, comienza a apelar a sus intereses: «¿por qué debería perder mi tiempo escuchándote? Porque no puedes construir un mundo mejor por ti misma. No tienes a nadie a tu lado que entienda la tierra que quieres gobernar, las fortalezas y debilidades de las casas que te apoyarán o se opondrán a ti. Yo tendré un gran ejército y unos dragones muy poderosos. Matar y gobernar no siempre son la misma cosa. Cuando fui Mano del Rey, me fue bastante bien en la segunda considerando que el rey en cuestión prefería torturar animales en lugar de liderar a su pueblo. Podría hacer un trabajo aún mejor asesorando a un gobernante que merezca el nombre, si es que tú lo eres».
Puedes pensar que este personaje es especial para este escenario, pero en realidad, hace lo mismo en todos los demás casos. ¿Y qué tal el enano, vendelotodo? Espera, espera, espera, esperemos a discutir esto. Luego, ¡córtale y véndelo por una fortuna! Por supuesto, tiene poderes mágicos. Espera, espera, espera, espera, espera, no puedes simplemente entregarle el contrato a un mercader y esperar que te pague por él. Tiene que saber que viene de un enano, y ¿cómo lo sabría a menos que vea al enano? Utiliza la misma estrategia con todos, incluso con aquellos a quienes es difícil aplicársela.
El punto de todo esto es que hay un arte en pedir ayuda, y esto depende de tu habilidad para comprender a la persona con la que estás tratando y no confundir tus necesidades con las suyas. Puede que esto parezca una serie, pero la realidad es la misma: no recuerdes a las personas las cosas buenas que hiciste por ellas y no dependas de su compasión para que te ayuden, porque encontrarán una manera de hacerte caso omiso. En lugar de eso, ofrece algo en tu solicitud que les beneficie a ellos. Comprende que las personas naturalmente ponen sus intereses como su prioridad número uno. Una vez que les hagas ver cómo puedes satisfacer de alguna manera sus necesidades, te encontrarás con que corren hacia ti para ayudarte. Debes entrenarte en ponerte en el lugar de las demás personas para entender sus necesidades e intereses, y despojarte de la barrera de tus propios sentimientos que oscurecen la verdad. Domina este arte y no habrá límites para lo que puedes lograr.
